El tiempo sigue pasando y todavía no puedo entender a quien se
le ocurrió que tus hermosos ojos se apagaran. Extraño tu generosidad, tu bondad
ilimitada y sobre todo tu sonrisa. Haces falta en este mundo tan desolado, la
vida de nadie que te haya conocido puede ser de la misma forma en la que lo era
antes.
Me siento tonta buscándote entre la gente, esperando encontrarte
en algún lugar por casualidad como solía hacerlo. Eras un ser humano
maravilloso que no llegó a tener todo lo que realmente merecía, la vida no fue
tan justa pero a pesar de todo siempre mantuviste tu sonrisa, tu capacidad de
luchar hasta el final. Hoy sólo me queda pensar que tu alma vive en la gloria y
que quizás algún día pueda volver a verte, a abrazarte y a decirte lo mucho que
te quise desde que te conocí. Nunca voy a olvidarte, siempre vas a estar en mi
mente en los momentos de felicidad y en los de profunda tristeza, sos parte de
mi corazón y nada va a sacarte ese lugar. Sos mi amigo para siempre Agustín.
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