27 mar 2018


Nos pasamos años buscando encontrar en los brazos de alguien nuestro hogar, ese hogar cálido donde nos sintamos amados, valiosos e importantes. Nos pasamos décadas intentando encontrar a alguien para compartir el camino más largo: la vida.
Pero que irónico pasarse tantas vidas buscando a ese alguien que nos haga amar más de lo que nuestra mente alguna vez pudo llegar a soñar. Es absolutamente irónico desear a ese alguien con todas nuestras fuerzas pero no poder reconocerlo cuando lo tenemos en frente.
Rechazamos al que nos busca, al que nos ama en silencio, al que nos mira como si fuéramos una piedra preciosa.
Valoramos al equivocado, al que lastima, al que nos mete en un círculo vicioso con nuestro permiso a nivel inconsciente.
Deseamos lo que no podemos conseguir, pero ignoramos lo que tenemos al alcance de nuestras manos.
Nos obsesionamos con los errores y volvemos a repetirlos hasta el cansancio, nos victimizamos sin tener empatía por ese alguien que en alguna parte, muy cerca nuestro, nos ama con el cuerpo y el alma, a pesar de que sin darnos cuenta, le sigamos rompiendo el corazón.
Que irónico no ver las oportunidades que nos da el amor, que irónico desear un final feliz pero no hacer nada para conseguirlo, que exageradamente irónico que nos quiera el que no queremos porque queremos al que no nos quiere.

No hay comentarios:

Publicar un comentario